EL AUTO QUE PARALIZA LA CAZA EN CASTILLA Y LEÓN NO TIENE FUNDAMENTO TÉCNICO

Aplica de forma incorrecta el principio de precaución

Establece una profundidad inviable de estudios

La caza, en los términos en que se viene practicando en Castilla y León, ha demostrado ser compatible con la supervivencia de las especies cinegéticas. Todos los terrenos cinegéticos están regulados por planes de caza elaborados para cada coto que establecen qué especies y en qué cantidades se pueden cazar de forma sostenible para ese ecosistema concreto. Estos planes llegan a vedar de forma voluntaria la caza en aquellos cotos donde poblaciones concretas atraviesan problemas. Por ello el riesgo para las especies cinegéticas de no suspender la Orden de Caza es mínimo, como se viene demostrando desde hace décadas.

El Auto reconoce que sí existen estudios y datos oficiales de numerosas especies cinegéticas desde 2001 hasta 2017. Si el Tribunal considerara que estos datos pueden no ser suficientes para alguna especie o zona podría haber suspendido cautelarmente el carácter cinegético de esa especie en alguna zona. Pero suspender toda la Orden resulta claramente desproporcionado. Es absurdo pretender que las poblaciones de corzo, jabalí, conejo o ciervo pueden sufrir daños irreversibles si se sigue cazando un año más con la información disponible hasta ahora, que por otra parte va mejorando de forma acumulativa.

Por otra parte el auto adolece de desconocimiento de los ecosistemas, al entender que la caza con los estudios actuales puede ser más negativa que su suspensión absoluta en todo el territorio. Las especies cinegéticas lo son en los terrenos donde está permitido cazarlas porque en las condiciones actuales sus poblaciones han demostrado poder soportar una tasa sostenida de extracción de individuos. Son las especies más fuertes de los ecosistemas, y conviven con otras especies más débiles en un equilibrio del que forma parte la mortalidad por caza. Si ese control cinegético desaparece estas especies reducirán drásticamente su mortalidad y tenderán a expandir sus poblaciones en detrimento de las demás, lo que no es un problema en las aves, pero sí puede serlo en los mamíferos. La proliferación de conejos, jabalíes, corzos y ciervos puede ser catastrófica para la vegetación, la fauna y los cultivos de muchas comarcas.

Por otra parte el nivel de profundidad de los estudios que es realista exigir dista mucho del que parece insinuar el Auto. Los trabajos de campo para censar especies, muchas de ellas además migratorias, absorben muchos recursos, y para las especies cinegéticas las técnicas basadas en datos de capturas son suficientes para estimar la evolución de una población y en su caso introducir correcciones en los planes y cupos de caza autorizados.

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